Hace unos días te contaba cuales eran mis 10 principios de cambio, para que tú también puedas convertirte en Mondaylover si así lo quieres. En los próximos días iré desgranando qué significa cada uno de esos principios, para que te sea más sencillo identificarlos y tomar acción. Hoy te hablo del segundo principio, «Busca soluciones, no razones para quejarte».
Cada vez que te quejas pierdes la oportunidad de seguir pensando
¿Te has dado cuenta de que cada vez que alguien se queja deja de pensar? pasa al modo víctima y claro, no hay nada que pueda hacer…
Me han despedido del trabajo, el profesor me ha suspendido, me han echo mal el pase, el cliente ha hecho una reclamación…
A veces los humanos nos empeñamos en hacer nuestro mundo muy pequeño, en limitar nuestras posibilidades y no ver más allá de nuestras narices. Muchas veces vemos el mundo en blanco y negro y ni se nos ocurre pensar en el montón de matices que tiene el gris.
Muchas veces digo a mis clientes, yo veo estas dos opciones, por ejemplo, que hables con tu jefe y le digas lo que piensas o que aceptes que esta es la situación. Esto es lo que a mí me se ocurre ahora, ¿Qué otras cosas puedes hacer? Nunca, nunca hay solo dos opciones, seguro. ¡Busca soluciones!
Ayer mi hijo me dijo que «hay más posibilidades de partidas de ajedrez que estrellas en el universo»
No creo que eso sea del todo cierto, en cualquier caso, tus posibilidades de actuar ante una situación tienen al menos el mismo número de posibilidades que las partidas de ajedrez.
Mi historia
Cuando hace muchos años mi jefa me llamó a su despacho y me dijo, «Pilar estás rindiendo por debajo de las expectativas«
Yo vivía en modo víctima, empecé a criticar la situación, a decir que yo hacía lo que podía con el equipo que tenía, que era injusto porque yo me estaba dejando la piel en el trabajo, porque lo estaba dando todo.
Si yo hubiese seguido en ese papel de víctima, ¿Qué habría pasado?
Como no había nada que yo pudiese hacer porque aquello era la aprecición de mi jefa, me habría dejado arrastrar por la corriente, habría seguido haciendo lo mismo y mis resultados habrían ido de mal en peor.
Sin embargo, me di cuenta de mi actitud y decidí tomar las riendas, decidí buscar soluciones. ¡Si mis resultados estaban por debajo de las expectativas habría algo que yo podría hacer diferente!. Y lo hice, empecé a actuar de otro modo, escuchando más y teniendo una respuesta más dulce.
Y por supuesto, sucedió la magia, mis resultados comenzaron a ser acorde a lo que se esperaba de mí, incluso empezaron a estar por encima. ¿Cambió mi jefa su actitud? no, fui yo la que cambió la mía.
Dejé de quejarme de los demás y empecé a buscar soluciones a las cosas que me pasaban.
La culpa es un invento de la religión que no lleva a ningún sitio
Cada vez que yo me siento culpable de algo me hago pequeña, cada vez que echo la culpa a otro, también me hago pequeña, porque no me doy la oportunidad de buscar mi propia solución.
Cuando mi pareja se contagió de Covid y todos tuvimos que quedarnos en casa, pensé que aquella situación nos traería algo bueno como familia y busqué cosas para hacer (busqué soluciones).
Cuando después fui yo la que me contagié me di cuenta que había estado actuando desde el exceso de responsabilidad y no desde el amor (esto dará para otra entrada).
Y cuando mi hijo se contagió empezó a echarnos la culpa a nosotros. Al echarnos la culpa no había nada que pudiese hacer él, solo podía llorar y esperar. Sin embargo, al salir de la culpa y buscar soluciones, en su mente se abrió todo un abanico de posibilidades de actividades que podíamos hacer.
Cuando te sientes culpable, estás siempre buscando un modo de «pagar» tu culpa y cuando culpas a otro, no hay nada que puedas hacer para cambiar la situación. Por tanto, ¿para qué la culpa?
Te sientas víctima o culpable, sal de ahí. La queja no va a sacarte de la situación en la que estás. Empieza a buscar soluciones para eso que te pasa, eso sí será productivo.
Busca soluciones, no razones para quejarte
Como resumen, cada vez que sientas que la vida te está maltratando, cada vez que estés a punto de rendirte y dejar que una apisonadora te pase por encima. Date cuenta que estás actuando en modo víctima, sal de ahí inmediatamente y busca tres soluciones a tu problema.
La persona que va de víctima, busca tres razones para quejarse, la persona responsable, busca tres soluciones al problema.
¿Tú? ¿En qué lado quieres estar?