El pasado lunes tuve la suerte de impartir un taller para Integra la Prevención en Soria, en el que hablamos de gestionar las emociones negativas. ¿Negativas? No hay emociones negativas, ni positivas, tampoco. Lo que sí hay son estados emocionales poco sanos, eso sí.
Tiene gracia, porque en el temario que tenía que impartir hablaba de controlar las emociones. ¿Controlar las emociones? le dije al organizador, yo no sé hacer eso. Si quieres hablamos de gestionar emociones negativas o positivas, pero no de controlar.
¿Por qué digo que no sé controlar emociones? y además yo creo que no se puede hacer, te lo cuento un poco más abajo.
Los pensamientos crean emociones
Cuando nos movemos por la vida, nos van sucediendo hechos, algunos interpretamos como buenos, otros interpretamos como malos.
Hay hechos que en general, como sociedad, interpretamos como «malos». Están grabados así en nuestro inconsciente colectivo. Pero incluso esos hechos que son «malos» en esta parte del mundo, pueden ser interpretados como «positivos» en otra.
Nuestras experiencias, nuestra sociedad, nuestra cultura, nuestro entorno, son los que definen si una vivencia es buena o mala.
Pero la mayoría de veces esa vivencia es neutra, es el pensamiento que la vivencia genera en nuestra mente lo que no es tan «bueno».
Y ese pensamiento (ese diálogo interno que se ha generado gracias al hecho) es lo que provoca la emoción.
Te pongo un ejemplo, llegas a tu casa con una visita y hay un calzoncillo tirado en medio del pasillo (sí un calzoncillo). ¿Qué emoción te produce?
- Si eres una persona medianamente ordenada y observadora, es posible que sientas vergüenza.
- Si eres una persona despistada, es posible que te pase desapercibido. Vaya, que ni lo veas.
- Si tienes la autoestima muy alta, seguramente lo verás y lo recogerás sin darle la más mínima importancia
- ¿Qué te sucede a ti?
No es el calzoncillo en mitad del pasillo lo que provoca tu emoción, es el pensamiento que has tenido lo que la ha provocado. ¿Conoces a gente del tipo 2 ó 3? yo sí.
¿Qué te has contado cuando te he hablado de la posibilidad de que haya un calzoncillo en el pasillo de tu casa? ¿Puedes contarte algo diferente?
Esto es lo que quiero decir, el hecho ha causado en ti un pensamiento (condicionado por tu historia, por lo que viviste en tu infancia, por lo que está bien o mal en nuestra sociedad) y ese pensamiento es el que ha hecho que sientas vergüenza, enfado o indiferencia.
Lo mismo sucede con los hechos que te enfadan, analiza qué te cuentas cuando sucede algo que te enfada. Ese pensamiento es el que provoca la emoción.
Igual pasa con la tristeza. Conocí a una persona que afirmaba no haber sentido tristeza tras la muerte de su madre. Me contó que llevaba años practicando el desapego.
Creo que ante una pérdida así, sufrimos más por lo que perdemos en nuestra vida (lo que nos contamos) que por la otra persona (que por otra parte ha dejado ya de sufrir). Sé que esto es duro de leer, te cuento mi propia experiencia. Ante una pérdida así, sufro por mí, por las experiencias compartidas que ya no podré volver a vivir.
Controlar o Gestionar emociones negativas
¿Otra vez hablamos de control? ¡pero Pilar! ¡si has dicho que no sabías controlar emociones!
Bueno, mentía, sí sé controlarlas, pero se me da bastante mal (y además se me nota). Me pasa un poco como con el colon. Sí el colon, lo que hay al final del intestino grueso.
Estábamos en que habías encontrado un calzoncillo en mitad del pasillo cuando entrabas en casa con una visita. Mi pensamiento inicial es, va a pensar que soy una guarra, ¡esto es intolerable!
Ese pensamiento provoca en mi una emoción mezcla de vergüenza y enfado, empiezo a sentir los síntomas físicos de esa emoción, mi cara se pone roja, mi corazón palpita, mi espalda se tensa y quizá hasta pierda el apetito.
¡Es momento de controlar la emoción! ¡Vamos! ¡Impide que tus mejillas se pongan rojas! ¿Puedes?
La emoción es solo un impulso a la acción, una información que te da tu cuerpo de que algo no va como a ti te gusta. Es información, ni buena, ni mala, información ¿por qué ibas a querer controlarla?
La emoción es un proceso fisiológico que ha provocado tu pensamiento. Tu cerebro piensa que hay una amenaza al acecho y se prepara para responder a la afrenta. Sí o sí, si has tenido un pensamiento de que alguien ha superado tus límites, un pensamiento que te provoca enfado, la emoción del enfado llega con sus reacciones corporales.
La química de tu cuerpo cambia, y yo al menos, no sé controlar la química de mi cuerpo.
Es igual que cuando me como un melocotón, no sé evitar que mi cuerpo haga la digestión y una vez la ha hecho, tampoco sé evitar que mi colon me advierta que quiere que me mueva y me dirija al «excusado». ¿Puedo controlarlo? sí, ¿durante cuanto tiempo? pues depende… lo que está claro es que para mi cuerpo no es muy sano que lo controle.
Lo mismo pasa con las emociones, ¿puedo controlarlas? quizá pueda controlar una parte, pero para mi cuerpo no es sano que lo haga. Porque la química de mi cuerpo ha cambiado, y esa química nueva está ahí para ser usada, si no la uso, me envenena.
Y puede que sea capaz de controlarlo una vez, dos, tres, pero a la quinta, explota el volcán (como el colon).
¿Entonces qué hacemos con las emociones?
Pues lo primero sentirlas, darnos cuenta que han venido, si llegan hay que pasarlas, 90 segundos, eso es lo que dura una emoción. ¡Ojo! si cambias el pensamiento que la provocó, si no lo cambias, los 90 segundos pueden convertirse en 90 horas, todo el tiempo que te quedes dando vueltas al pensamiento.
Pero estábamos en la emoción, siéntela, siente qué le pasa a tu cuerpo, respira profundo.
Ve al baño y grita, salta, mueve tu cuerpo.
Eso, si no quieres usar la energía que te aporta, también puedes usar la energía y dar un puñetazo en la mesa, decide primero si es lo que quieres hacer.
Y cambia el patrón de pensamiento. No vuelvas a contarte lo mismo porque los 90 segundos empiezan a contar de nuevo.
El 90% de las enfermedades tienen un principio psicosomático según la OMS
Si sigues pensando que tú puedes controlar tus emociones, piensa en esto que dice la OMS. Controlar tus emociones es un veneno para tu cuerpo, es alimentar la posibilidad de enfermar.
Desde mi punto de vista se trata de gestionar las emociones negativas o mejor que eso, se trata de controlar y ahora sí digo controlar los pensamientos que provocan las emociones.
¿Cómo se controlan los pensamientos? Prestando mucha atención a lo que te estás contando y cambiándolo, ¿es fácil? no, ¿sencillo? sí.
Es solo eso, detecto un pensamiento que me hace sentir una emoción, agradezco a mi cerebro que me haya avisado de la presencia de ese pensamiento y lo cambio, empiezo a pensar de manera diferente.
Cuando estoy en el enfado todos los pensamientos que vienen a mi cabeza son de enfado, por eso, yo me digo «Otro pensamiento es posible«.
Me doy cuenta que mi pensamiento no es una verdad absoluta.
¿Cuántas veces? decenas, cientos, miles de veces. Una y otra vez, cada vez.
El dominio de tu mente es un músculo que puedes ejercitar, pero necesitas ir al gimnasio cada día. Ahí sí que no vale pagar el gimnasio y no ir. Necesitamos entrenar cada día para cambiar nuestro pensamiento.