Parece que hemos cargado la palabra despido con un tinte “tenebroso” que asusta y nos hace huir. Sin embargo, yo creo que es positiva en la mayoría de las ocasiones.
Recuerdo la primera vez que mi jefe me dijo que tenía que despedir a alguien, los resultados no eran buenos y tenía que reducir el personal, sentía que estaba jugando a ser “Dios”, que jugaba con el futuro de las personas. Pensaba en cómo mi decisión afectaría al futuro de la persona elegida y me sentía fatal.
Sin embargo, muchos años después, cuando volví a estar en una tesitura similar, mi amigo José Manuel Toledano, me ayudó a darme cuenta que quizá aquella decisión afectaría al futuro de una persona, sin embargo, la decisión contraria, la de mantener a todos, afectaría al futuro de todo el equipo. ¿PREFIERES JUGAR CON EL FUTURO DE UNA PERSONA O CON EL FUTURO DE TODOS LOS TRABAJADORES DE TU EQUIPO, O DE TU ORGANIZACIÓN?
¿Diriges tu equipo desde el amor o desde el miedo? Por el miedo a “hacer daño a una persona” ¿estás haciendo daño a todo tu equipo?
La semana pasada publiqué un vídeo con este mismo mensaje y obtuve la respuesta de una persona que me decía, “Más miedo te daría que te despidiesen a ti”. Y la respuesta es no, nunca tuve miedo a que me despidiesen, siempre pensé, si doy lo mejor de mí, ¿por qué va a querer nadie despedirme? Y si quieren, será que este no es mi sitio.
Como jefa de equipo, que he sido durante muchísimos años, nunca se me ocurriría sacar de mi equipo alguien que mostrase una actitud de compromiso, una actitud de dar lo mejor de sí mism@ durante su jornada laboral, una persona ilusionada y motivada. No digo alguien que hace muchísimas horas mientras arrastra sus pies, digo alguien que hace su trabajo con alegría y desparpajo en el tiempo justo.
Si tu jefe prescinde de ti y a ti te entusiasma tu trabajo y trabajas dando lo mejor de ti, es que tampoco él es un Mondaylover, y tranquil@, seguro que pronto encontrarás otro lugar donde sí se te valore.
Y si tu trabajo no te entusiasma, busca otro que sí te entusiasme y verás cómo tu jefe quiere que permanezcas ahí durante muchísimo tiempo.
Pero claro, ¿hasta dónde dejamos que el miedo domine nuestra vida? La persona insistió y contesto: “Más que nada por si no puedes pagar la casa, la comida, la luz, el agua… Y tu familia y tus hijos están ahí…”
Llegados a este punto me encantaría repetir una idea que menciona Rafael Santandreu en su libro “El arte de NO amargarse la vida”. Literalmente dice así:
“Pensamos erróneamente que nuestro trabajo es sumamente importante y eso, simplemente, no es cierto. Ni siquiera es importante para nosotros”
“El principio que nos hace sostener esta idea –para algunos radical- es que el único trabajo realmente relevante es conseguir la comida y la bebida del día a día. Eso sí que es importante, porque sin ello, moriríamos…, pero todo lo demás es prescindible. Dicho de otra forma, no necesitamos todo eso que nos proporciona un trabajo remunerado: dinero para comprar bienes y servicios superfluos”
“Las personas lógicas trabajan sólo para divertirse, para realizarse, para disfrutar… y para ellas el estrés es casi inexistente. Y esto lo consiguen porque sostienen la creencia racional de que el trabajo –de cualquiera- nunca es demasiado importante. No lo necesitan. Simplemente, es una fuente de gratificación.”
Yo muchas veces tengo la sensación de que vendemos nuestra vida por una nómina, personas totalmente amargadas por tener que ir a trabajar cada día, que viven lejos del la persona que quieren o del lugar que quieren, solo por el miedo que da el cambio.
¿Diriges tu vida desde el amor o desde el miedo? Por el miedo a no tener «de todo» ¿estás desperdiciando tu vida?
A menudo, oigo comentar “A ver si me toca la lotería para dejar este trabajo”. Voy a decirte una cosa, no harás nada diferente en tu vida cuando te toque la lotería, si no eres capaz de hacerlo ahora.
Sé que este artículo puede “herir algunas sensibilidades” en realidad esa es la intención, me encantaría sembrar en ti la semilla de la duda.
Y tú ¿tienes miedo a despedir? ¿Tienes miedo a que te despidan? Me encantará leerlo en los comentarios.
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Me sorprende un poco la sencillez con la que planteas el asunto.
Cuando me ha tocado despedir, no he sentido en absoluto que le he hecho un favor a esa persona.
Y cuando me han despedido, eso sí, se equivocaron los pobres.
Es un placer leerte, aunque hoy no estoy del todo de acuerdo con el planteamiento.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)