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El viernes leí en Linkedin una entrada de Mónica Manzano en la que hablaba sobre el comportamiento de una madre en el supermercado ante la insistencia de su hijo. La cuestión es que al leerla me di cuenta que toda la vida he pensado que no es seguro ser auténtica, por eso me cuesta tanto serlo.
Mi historia con la autenticidad
Hace más de un año asistí a un programa de desarrollo personal brutal, Año Cero de Adelayn, una de las conclusiones a las que llegué es que la gente me percibe como inauténtica.
Un buen amigo que me ha visto hablar en público me lo ha dicho muchas veces, Pilar, suenas «falsa».
Así que llevo desde entonces buscando mi autenticidad. He hecho grandes avances, veo las grabaciones de mis ponencias y formaciones y me percibo mucho más verdadera, sin embargo sé que aún hay algo…
De hecho, hace unas semanas, en un grupo de empresarios al que pertenezco, a pesar de estar sufriendo, no fui capaz de decir lo que pensaba y ahí hice un crack. Pensé, en realidad hay muy pocas personas en el mundo con las que soy auténtica siempre, diría que una o dos a lo sumo.
Decir lo que siento antes que lo que pienso
La inspiración que vino con el «crack» fue, «Pilar, se trata de que digas lo que sientes, no lo que piensas». Ya compartí en las redes una experiencia similar, se trata de decir lo que siento y desde ahí no puedo hacer daño a nadie. Sin embargo me sigue costando.
La historia de la madre en el Súper
En la publicación en redes de Harmónica, ella hablaba de una madre en el súper que decía a su hijo: ¡Qué pesado eres hijo!
Y solo esto, le dio el hilo a Harmónica para hacerme reflexionar.
La manera en que educamos a los niños les lleva a darse cuenta de que cuando son auténticos reciben menos amor, y el amor es su principal fuente de supervivencia. De forma que si soy auténtica, mi supervivencia puede estar comprometida. Esta es para mí la clave.
En mi infancia recuerdo muchas situaciones en las que me dijeron: «eso no se dice, eso no se hace, no contestes, no hables así…»
Yo interpreté que si no obedecía esas órdenes no me querrían y si no me querían podría morir de hambre. Sé que suena drástico, pero así es como funciona en la infancia.
En estos años de autodescubrimiento que llevo encima, me he dado cuenta de que mis miedos han dominado mi vida en demasiadas ocasiones, el miedo a ser auténtica ha sido y es uno de ellos.
Quiero agradecer a Harmónica que me haya acercado a darme cuenta de esta creencia limitante, no es seguro ser auténtica, ¡como para serlo! ¡si mi cerebro se pasa el día buscando la supervivencia!
Es seguro ser auténtica
Ahora solo me queda deshacer la creencia, nadie dijo que fuese fácil, y la nueva creencia que quiero implantar es que: Sí, Es seguro ser auténtica.
Hace unos días compartí en mis redes un vídeo que hablaba de esto, era el escalón previo.
En la vida siento que voy subiendo escalones, siempre hay un nuevo escalón que subir, pero este, ya está en proceso..
Si quieres que te inspire a subir tus propios escalones, estaré encantada.
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