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Por suerte no es algo que me suceda a menudo, pero sí lo escucho a veces, siempre estoy enfadado con mi hijo, siempre estoy enfadado con mi pareja, con mis compañeros de trabajo, con mi hermano…
Nuestros enfados son nuestras guerras internas, ¿puedo vivir en un mundo en paz si siempre estoy enfadado?
No me habla
Un familiar cercano mío, Enrique, cuya casa estuve visitando con asiduidad durante años, tenía llave y entraba y salía cuando quería. De pronto un día me dijo, Pilar, estoy cansado de esta relación.
Es un familiar a quien quiero mucho, con quien he compartido momentos muy hermosos y otros muy complicados, hemos superado juntos dificultades y celebrado «victorias».
Pero llegó un día en que nuestros caminos parecieron separarse, parecía que cada uno de nosotros veía el mundo de un modo distinto, tampoco había discusiones, solo frio. Aún así yo seguía visitando su casa.
Hasta que un día pasó lo que pasó, me dijo que estaba cansado de la relación y se acabó.
Siempre estoy enfadado
Desde que nuestros caminos parecieron separarse, tenía la impresión de que él siempre estaba enfadado conmigo, que todo lo que yo hacía le parecía mal.
¿Cómo puedo yo conocer la emoción de otra persona?
En realidad, ¿por qué me importa tanto eso?
Yo no quería reconocerlo, pero lo que sucedió sí me produce enfado, no paraba de darle vueltas, del enfado paso a la incomprensión y luego al enfado otra vez.
Hace unas semanas te expliqué que una emoción dura 90 segundos, pero cada vez que te cuentas la historia, la emoción se dispara otra vez y los 90 segundos empiezan a contar de nuevo. Si no paras de contarte la historia una y otra vez, los 90 segundos no acaban nunca.
Lo reconozco públicamente, sí, estaba enfadada. No voy a demostrar mi enfado con gritos, ni venganzas, pero me enfado.
Reconocer la emoción es el primer paso para gestionarla.
Aceptar, perdonar, agradecer y aprender
Si me has seguido en mis publicaciones sabrás que este es mi mantra, cuando algo sale diferente a lo esperado los pasos son, aceptar, perdonar, agradecer y aprender.
Solo el paso 1 me costaba horrores en este caso, una y otra vez la incomprensión y el enfado volvían a mi mente.
José Manuel me sigue gritando «no es justo»
Yo sé que el enfado daña mi salud, que cuando me enfado la que más sufre soy yo. Que nada merece la pena mi enfado, sin embargo, otra vez la incomprensión.
Hasta que me di cuenta de que no necesito comprender, sé que cada persona actúa huyendo del dolor o buscando el placer. Enrique está haciendo esto probablemente huyendo del dolor, nunca sabré lo que pasa por su cabeza, a no ser que él me lo diga, lo que está claro es que también él está sufriendo.
¿Quién sufre en esta situación?
«Siempre estoy enfadado», es una situación de sufrimiento, cada enfado te hace sufrir. Un enfado es un dardo envenenado en que el veneno lo bebo yo.
Quiero salir de aquí, sé que el amor es la energía que mueve el mundo, conecto con los buenos momentos que he vivido con Enrique, decido darme cuenta que él también sufre. Aceptar que esa es su decisión y no hay otra cosa que pueda hacer.
Perdonar, borrar la sensación de agravio de mi mente.
Agradecer esta situación, sé que va a hacerme más fuerte, más consciente.
Y aprender, que las personas cambian y que un cambio en mí puede provocar reacciones diferentes en otras personas.
Acepto, me da paz
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