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Enrique quería acabar con la angustia emocional que le provocaban algunos problemas del trabajo, después de trabajar algunas sesiones se convirtió en un disfrutón.
Hoy quiero contarte mi historia, sobre como la misma emoción de angustia vino a mi vida en diferentes situaciones y circunstancias. Hasta que fui capaz de identificar la raíz y ¿resolverla?
La vida nos va poniendo delante una y otra vez la misma situación, a veces aumentando la intensidad. Para que seamos capaces de resolverla y aprendamos.
Te cuento mi historia, lo que me paso en mi faceta familiar
Me gustaría contarte lo que me pasó con una persona muy cercana a mí, con la que había vivido momentos muy felices y también otros complicados. Una persona que me había apoyado y a quién yo había apoyado. De pronto, parece que algo cambia entre nosotros. Nuestra relación empieza a enfriarse y parece que lo que yo digo le molesta. Hasta el punto que tengo la sensación de que absolutamente todo lo que yo hago le sienta mal. Y dejándome llevar por el enfado, lo que hace ella también me parece mal a mí.
Es tal mi angustia emocional que me vuelvo insegura en mi relación con ella. Cada vez que tengo que interactuar con ella entro en bucle, será esto lo mejor que puedo decirle, quizá debería cambiar mi discurso. Doy tantas vueltas, que al final lo que digo suena totalmente falso y eso ¿mejora las cosas? todo lo contrario.
Nunca llegué a descubrir qué pasó, aunque lo intenté, pregunté varias veces y no lo entendí. Se quedó así, con una gran distancia entre nosotros y con esa angustia emocional surgiendo cada vez que quería hablar con ella.
Dicen que el tiempo todo lo cura, la cuestión es que el tiempo no nos acercó. Sí enfrío el enfado y la relación, aunque tensa, se hizo tolerante.
Lo que me pasó en mi faceta laboral que me provocó angustia emocional
Años después, coincidí laboralmente con una persona con la que llegué a trabar una estrecha amistad. Una persona que me apoyó muchísimo y a la que también yo apoyé. Ambos pasamos por momentos complicados y el otro estaba allí para ayudar.
De nuevo sucedió algo que no consigo identificar y la relación empezó a enfriarse. Pasamos de hablar cada día, a hablar cada semana como mucho, e incluso mis mensajes le molestaban.
Otra vez parecía que yo hacía todo mal, que todo lo que decía le molestaba. Un vez más a darle vueltas a mi comunicación, a decir lo que quería sin molestar y otra vez esa falsedad.
Tras unas semanas, caí en la cuenta que estaba reviviendo la situación que me había pasado en mi entorno familiar. Se me ocurrió mirar en mi pasado, buscar otras veces que había vivido momentos parecidos y los encontré. Estas no eran las primeras veces. Sí que cada vez hacían más daño, más angustia emocional dentro de mí.
Angustia emocional, ¡qué la provoca!
Analicé qué estaba haciendo yo para traer estas situaciones a mi vida, y lo entendí. Estaba totalmente en el papel de víctima. Pilar «la inocente» estaba recibiendo palos por todos lados.
Me niego, yo no soy víctima de nada, ni de nadie. Yo soy responsable de lo que pasa en mi vida y si me pasó esto, será porque también yo lo he permitido.
Las personas que protagonizan la historia conmigo, son mis maestros y se lo agradezco por eso. No tiene nada que ver con ellos. Soy yo la que pone mis límites y la que se cuenta historias. Doy gracias a esos maestros por hacerme ver lo que yo misma me he estado haciendo.
Yo quiero ser dulce, quiero mostrar mi cara más amable, pero siendo auténtica. Y si a alguien no le gusta, lo siento, es su problema, no el mío, se lo agradezco por hacérmelo ver y está. Yo tomo mis decisiones, por supuesto las personas que tengo cerca me importan. Pero yo decido si siento angustia emocional o no y a partir de ahora, decido no sentirla.
Porque una cosa es lo que sucede y otra muy diferente lo que yo me cuento. Y lo que sucede me hace una mínima parte del daño que me hace lo que yo me cuento. Es como un Iceberg, lo que se ve, no me hace ni un tercio del daño que me hace lo que no se ve y está rondando dentro de mí. Mi paz mental depende de lo que hay debajo del agua.
Lo que busco para mi vida ¿Tú?
En un juego sobre autoestima al que jugué hace unos días con Marta Parrilla, aparecía una foto de dos ejecutivos. Vestían muy elegantes de cintura para arriba, ya sabes, con camisa, corbata y chaqueta. Sin embargo, de cintura para abajo llevaban calzoncillos blancos y unas bonitas botas altas (hasta la rodilla, preciosas) con tacones de vértigo. Era una foto impactante.
Yo pensé, a quien no le guste, que no mire. A quien no le guste como yo soy (desde el respeto, claro) quizá no quiero que esté en mi vida.
No puedo contarte el final de la historia, aún estoy procesando esto que pasó. Lo que sí puedo es decirte que me siento mucho mejor conmigo misma, más segura y decidida. Que al final es lo que busco para mi.
Me ha echo reflexionar y me sienteo reflejado en esa misma angustia emocional. Me cuesta mucho saber cual es realmente mi forma de ser porque soy de los que continuamente esta intentando con cada persona actuar como crees que es correcto para ella, y no se realmente como actua yo si no estaria constantemente pensando en los demas.
Me alegra que te haya hecho reflexionar Darío, esto que cuentas es mucho más común de lo que pensamos. ¿Qué harías si estuvieses seguro de que no habría consecuencias? pregúntate qué harías delante de la persona con quien más confianza tienes o qué harías si enfrente estuvieses tú mismo.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo