¿Qué haces cuando llegas tarde a una cita, a una reunión, a una formación? seguro que tú no, pero la mayoría de personas buscan algo a lo que echar la culpa, el tráfico, el teléfono, los niños… la toma de decisiones difíciles empieza por asumir nuestra propia responsabilidad, pasa por decir me despisté, me he liado.
El siglo XXI es el siglo del victimismo, que es reconocido en psicología como uno de los más grandes trastornos colectivos paranoides de la personalidad y que consiste en sufrir por los actos ajenos. Haciendo que nuestra mano señale a los demás y olvidando nuestra parte de responsabilidad en aquello que nos pasa.
¿Por qué vivimos como víctimas?
Vivimos como víctimas porque estamos llenos de apegos, apegos a la manera que entendemos que tienen que ser las cosas, según hemos aprendido en nuestra infancia, en la sociedad, en el colegio, en nuestro entorno. Y cuando las cosas son diferentes acusamos a los demás y sufrimos.
La toma de decisiones difíciles supone romper esos apegos, o lo que es más factible, aceptar lo que sucede esté de acuerdo o no con nuestra expectativa.
Yo me apego a que:
- Mis padres me quieran
- Mis amigos cuenten conmigo
- Mis vecinos sean silenciosos
- Mi pareja me sea fiel
- Mis hijos saquen buenas notas
- Sean ordenados
- Hagan sus tareas
- Mi pareja me diga que me quiere
- Esté disponible para mí
- Haga su parte
- Me apego a que la casa esté ordenada
- A que los miembros de mi equipo sean proactivos
- Que mis clientes evolucionen
- La cama esté hecha antes de salir de casa
- La cocina recogida
- Todo el correo leído antes de salir del trabajo
- Solo me inviten a reuniones eficaces
- …
Y cientos de apegos más…
Y… con tantos apegos, ¿Cómo no voy a sufrir? ¿Cómo voy a ser feliz?
La decisión más difícil es ACEPTAR, disfrutar del sol cuando hace sol, del frío cuando hace frío y de la lluvia cuando hace lluvia.
Aceptar que lo que viene conviene y actuar sin sufrir.
Por qué elegimos sufrir
Elegimos sufrir porque obtenemos recompensas. En esta sociedad, cuando vivimos como víctimas obtenemos atención, cariño, comprensión, consuelo, no nos arriesgamos y siempre hay alguien que lama nuestras heridas.
Por contra el precio que pagamos es muy alto, el precio es la tristeza, la ansiedad, el estrés, el sentimiento de falta de tiempo, problemas con el sueño, con la salud…
Sin embargo para la mayoría de nosotros, las recompensas pesan más que los precios, por eso seguimos viviendo como víctimas.
Toma de decisiones difíciles
¿Por qué hablo de toma de decisiones difíciles?
Sé que no es fácil aceptar lo que viene.
No es fácil sentirse responsable y tomar las riendas.
Tiene sus precios: la crítica, el juicio, el miedo, el rechazo, la incomodidad…
Sin embargo, la recompensa es grande, es la sensación de libertad, la satisfacción, es amarte, es la confianza, tener la autoestima alta, honestidad, progreso, abundancia, es dormir a pierna suelta, es sentir que tu tiempo es tuyo, es salud, es plenitud, en definitiva es serenidad.
Cada vez que sufres en la vida tienes la oportunidad de crecer exponencialmente tomando una decisión difícil que pasa por aceptar.
Cada día se te presentan montones de oportunidades para tomar pequeñas decisiones difíciles, cada día se te presenta la oportunidad de aceptar a tu vecino que grita, a la persona de tu equipo que no cumple, a tu hijo que llega tarde, el tazón del desayuno sobre la mesa, el lavavajillas sin poner, la habitación desordenada.
¿Qué harás hoy cuándo suceda?
Mi propuesta es que pienses ¿a qué me estoy apegando para que esto me haga sufrir?
¿Quieres seguir sufriendo y sobreviviendo o prefieres empezar a VIVIR?
Me inspiró esta entrada un taller que escuché a Aymar Celdran, CEO de Adelayn en su MDA
¿Te gustaría dejar de sufrir? el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Reserva una cita conmigo sin compromiso y vemos cómo puedes hacerlo.
¿a qué me estoy apegando para que esto me haga sufrir? durente muchos años al trabajo y a mi familia.
¿Quieres seguir sufriendo y sobreviviendo o prefieres empezar a VIVIR? evidentemente quiero vivir , pero también acepto el fracaso, sufrimiento , la pena… como parte de la vida.
Genial por darte cuenta Belén.
Por supuesto que la pena y el dolor forman parte de la vida. Para mí el fracaso y el sufrimiento son una decisión y aquí es donde viene la aceptación ¿por qué llamar fracaso a tener un resultado diferente al esperado? ¿podría ser aprendizaje?
¿Por qué sufrir cuando algo suponga dolor? si aceptamos el dolor como parte de la vida ¿podríamos evitar el sufrimiento?
Gracias por comentar y muy feliz semana
Mi postura siempre ha sido vitalista y eso ha hecho que haya tomado un montón de decisiones, por supuesto no todas acertadas, pero que me han ayudado a sentirme responsable de mi vida sin tener opción de culpar a nadie de mis malas rachas, es más, en estas situaciones procuro no mostrar mi malestar para precisamente no aparentar ese victimismo que comentas en el artículo. Ahora atravieso una mala racha y no distingo el dolor del sufrimiento, ni sé muy bien que decisión tomar, pero soy consciente de ello y no tardaré en asumir esta nueva responsabilidad…es la primera vez que tengo un miedo tremendo al error. Gracias por hacerme partícipe de tu blog Pilar.
Sé que suena idílico, pero, ¿y si la vida tiene un plan mejor para ti? y si aceptas la situación desde el amor.
Cualquier decisión desde el amor es «correcta», puede que el resultado no sea el que tú esperas, pero la vida sabe mucho más que nosotras y tomará el camino que estime.
Espero haberte inspirado Laura. Un abrazo